Segun la wikipedia la impresión 3D de alimentos es el proceso de fabricación de productos alimenticios utilizando una variedad de técnicas de fabricación aditiva. Más comúnmente, las jeringas de grado alimenticio sostienen el material de impresión, que luego se deposita a través de una boquilla de grado alimenticio capa por capa. Sin duda se presenta como una buena idea que añade valor al sector de la alimentación y hostelería y oportunidades de empleo en la combinación de comida y tecnologías de la información. A ese carro se ha apuntado la empresa española natural machines con su máquina Foudini, en la imagen junto a esta Buena Idea

En otra empresa, esta neoyorkina, Kenneth Research (KR), están estudiando en este año 2020 este mercado y nos enviaron ayer a Sabor Sur datos sobre qué están mirando (ver esquema más abajo) para identificar lo que podría suceder con esta tecnología en los próximos años.

Con el aceleramiento del uso de las TIC por la pandemia, es posible que se intensifiquen algunas tendencias identificadas por KR, como por ejemplo el mayor consumo residencial de estas máquinas con el pretexto de evitar riesgos de contagios frente a otras opciones de consumo. Como se ve en ese esquema, el mercado de las impresoras 3D de alimentos es muy amplio y va a llegar más lejos en aplicaciones y en sus diversos usos vinculados tecnologías de modelado, calor, mezclado de ingredientes, etc. Por ejemplo, muchos complementos vitamínicos o alimenticios podrán hacerse de forma personalizada y en las cantidades que se necesiten y establecidas por nutricionistas con control remoto de la máquina, se podrán fabricar purés y comidas para mayores o bebés según indicaciones del médico, etc. Usos todos ellos de sociedades con un grado de desarrollo “avanzado” en el que estos artilugios se presentarían como gadgets de moda y atractivos. En esa onda, algunos chefs podrían incluso permitirse el lujo de contar con una máquina de estas, aun algo caras, para diferenciarse del resto, donde el comensal puede ver cómo se hace el postre mientras cae el primero o el segundo plato. Y ya se sabe el dicho, quien da primero da dos veces.

Sin embargo, junto a esas tendencias, lo que atrae mucho mas son otras dos tendencias actuales que seguro van a contaminar el avance de esta tecnología: la cooperación de usuarios de máquinas 3D para ponerlas a trabajar para el bien común y el compromiso mundial por la erradicación del hambre en el mundo, que se recoge en la Agenda 2030. Como muestra de la primera tendencia, contamos con el ejemplo de la labor de centros públicos comunitarios de coworking en Catalunya y en otras partes de España, de usuarios privados de impresoras 3D, para la fabricación desde prótesis para discapacitados, hasta pantallas para luchar contra el Covid19. En la segunda tendencia, las tecnologías de estas máquinas, en su muy probable abaratamiento (gracias al consumo suntuario, ¡claro!), podrán dar lugar a máquinas que puedan llevarse a comunidades en zonas menos desarrolladas y ponerse en valor como servicio social, produciendo complementos alimenticios que combatan la desnutrición.